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I Seminario de Pensamiento Descolonial y Estudios Castellanos

 

 

UNA TOMA DE POSICIONES EN 7 PASOS

Pensar las pertenencias desde la emancipación

 

1- El pensamiento descolonial surge de la lucha de sujetos oprimidos: la teoría que produce está directamente ligada a una práctica. Es el grito la categoría política que abre la cuestión de la emancipación en las experiencias de dominación colonial. El mismo que con perplejidad ahogó las gargantas de los indígenas americanos en 1492 y que continúa replicándose en la caja de resonancia de la modernidad capitalista.

 

2- De aquí, comparte con el feminismo la preocupación por encarnarse, por situarse en un cuerpo donde identificar las heridas que lo recorren. Este puede ser leído como un mapa trazado por códigos donde operan las tecnologías del poder. La epidermis, lejos de ser una frontera, es una extensión, una prolongación, del territorio. Cuerpo y entorno se transforman recíprocamente en su convivencia íntima como organismo.

 

3- Este es uno de los motivos por los que la política ha de ubicarse. Mover el plano general de la abstracción a los condicionantes de lo concreto. Las determinaciones particulares que configuran cada geografía social requieren modos de intervención específicos, estrategias que las correspondan. En cada orografía se abre paso una ruta. Se trata de llenar el espacio, como producción social, de memoria, estructuras, escalas…

 

4- El lugar que quiere investigar este seminario es aquel cuyas coordenadas las marca la intersección del pensamiento descolonial con lo castellano como contenido, como sustancia sin forma prefijada. Sacar a la superficie las corrientes que circulan en su interior; explorar sus contornos para hallar los límites y potencialidades; extraer materiales con los que elaborar herramientas para las exigencias del presente.

 

5- Es decir, evaluar la hipótesis Castilla dentro de un marco de crisis permanente en el que los viejos escenarios parecen desdibujarse paulatinamente. El precario andamiaje de garantías, que se mantenía en el trabajo como factor de integración, se desmorona dejando sin sostén a cada vez más porcentajes sociales. Se manifiesta, en este contexto, una constante negociación por ver quién queda dentro de un círculo de inclusión que cada vez se estrecha más.

 

6- En esta disputa la inseguridad es el principal mecanismo de gobierno. Lo que está en juego, ante la inevitable sensación de desprotección, es una redistribución del campo de las certezas y, en consecuencia, también de las pertenencias. En torno a ellas se constituyen polos de agregación que pugnan por la esfera material y organizan un relato. La crítica a las identidades no puede olvidar que las que arrancan de este punto ensamblan armaduras para el conflicto que todo lo envuelve.

 

7- Desde esta perspectiva, construir pueblo no consiste en descubrir grandes esencias sino en abrir procesos que remitan a otras instituciones, otros imaginarios, otros afectos. Queda entonces el preguntarnos cómo ser capaces de articular los ejes de clase, género, raza…… en un movimiento cuyo sentido venga impulsado por una práctica que genere comunidad. Qué el nosotros que se enuncie sea el viento comunero que mueve las ramas de un árbol de raíces profundas.

 

 Echar raíces quizá sea la necesidad más importante del alma humana. Es una de las más difíciles de definir. Un ser humano tiene una raíz en virtud de su participación real, activa y natural en la existencia de una colectividad que conserva vivos ciertos tesoros del pasado y ciertos presentimientos del futuro.

Simone Weil